Mi camino hacia la sanación comenzó hace años, cuando decidí explorar las fracturas de mi ser para integrarlas lentamente. Este proceso, que continúa hasta el día de hoy, me llevó a transitar un camino de transformación personal que me impulsó a cambiar mi vida por completo.

Estudié arquitectura y ejercí como tal durante muchos años, aprendiendo a construir y reconstruir edificios. Con el tiempo, comprendí que lo que realmente estaba haciendo era construirme a mí misma, reconstruyendo mi ser.

Sin embargo, llegó un momento en que sentí que mi vida no me nutría. Estaba enfocada en mi crecimiento profesional, buscando el éxito y el reconocimiento a costa de mi propio bienestar. Mi vida se centraba en mi trabajo, no dando espacio a una pareja o a disfrutar otras áreas de mi vida. El trabajo era la excusa para no sentir y para evitar una relación, abrirme realmente a un otro. La autoexigencia y el deseo de escapar del sentir me llevaron a romper estructuras y a soltarlo todo para empezar de cero.

Así, comencé a conocerme y a encontrarme a mí misma, investigando la vida y conectando con ella. Dejé de identificarme con un título o un nombre, y me permití atravesar mis propios procesos y oscuridades.

Fue entonces cuando viví la dolorosa noche oscura de mi alma, una de varias que he experimentado en este camino. Pero fue en esa oscuridad donde encontré la luz que me guiaría hacia mi verdadero propósito.

A lo largo de mi vida desarrollé diversas enfermedades psicosomáticas, entre ellas uveítis, herpes zóster, artritis reumatoide, un teratoma, un cáncer de piel, anemia y tiroiditis de Hashimoto. Estas experiencias me hicieron ser consciente de que mi cuerpo me estaba hablando y pidiendo atención y cambios profundos. Hoy, gracias a este camino de sanación, estoy completamente sana de todo y no tengo ningún resabio de estas enfermedades.

Uno de los grandes acontecimientos de mi despertar fue que uno de mis hermanos murió al caer de una montaña, y empezó a comunicarse conmigo mostrándome las otras dimensiones y planos. Incentivándome a conectar con mi canal y mostrándome sincronicidades y eventos en las que era imposible no creer. Él me ayudó a transitar su duelo y a la vez a mostrarme otra cara de mi verdad que tenía olvidada.

Más tarde, en terapia, comprendí cómo el trauma configura nuestro sistema nervioso, nuestro cerebro y nuestra biología y cómo nuestros programas y condicionamientos se convierten en nuestro destino si no rompemos sus hechizos.

Exploré diversas disciplinas y prácticas espirituales en mi búsqueda de sanación y autodescubrimiento. Estudié y practiqué Reiki, Kundalini yoga, Registros Akáshicos, la Tradición Azteca, la sabiduría y la medicina de la Tierra, el rezo y los cantos como Danzante de la luna en el círculo Danza de la Luna del Sur – Küyen T’ikarichiy.

También me formé en astrología y tecnologías cuánticas galácticas, aprendiendo a reconectar con el origen y a reconfigurar el ADN a través de diferentes frecuencias. Estas herramientas me ayudaron a liberarme de registros emocionales bloqueados y a activar potenciales de luz para vivir y reconocer mi dharma.

Finalmente, comprendí la importancia de conectar con el cuerpo y comencé a estudiar somática y teoría polivagal, entendiendo cómo nuestro sistema nervioso comanda nuestra vida. La inteligencia del cuerpo y tomando el sistema nervioso y nuestra biología como elementos clave en nuestra sanación y transformación, enfocando en la resolución de trauma. Integrando los distintos cuerpos y aspectos del ser.

La llegada de mi hijo Nilo fue el último gran salto de despertar. Además de todo el proceso que vivimos juntos, desde antes de su concepción, me brindó herramientas para acompañar a otros niños como él, un koradhi, a bajar a la tierra, lo que me impulsó a crear la Escuela Koradhi.

A través de este camino, he aprendido que la sanación es un proceso continuo de autodescubrimiento y transformación. Cada experiencia, cada desafío, nos lleva a conectar más profundamente con nuestra verdad y a vivir una vida más plena y auténtica.

Cuando me siento perdida, escucho la voz de la Tierra, que me recuerda: «Solo somos luz y amor, todo lo demás es una ilusión. Viniste a experimentar esta ilusión, nada tiene tanta trascendencia real. No te olvides de divertirte y disfrutar la experiencia…»

Este mensaje me recuerda la importancia de vivir el presente, confiando, abrazando la alegría y disfrutando cada paso del camino. Como cuando subimos una montaña, lo importante no es la velocidad, sino seguir avanzando, pasito a pasito.

Si te sientes identificada con mi historia y deseas iniciar tu propio camino de sanación y autodescubrimiento, te invito a contactarme.